Las hilarantes paradojas de la tribu
Por Javier Escorzo - Diario de Noticias, martes 17 de Abril de 2018
Estamos de acuerdo: el 99,99% de las bandas tributo apesta. No exagero, no; Lo que pretende ser un acto de homenaje suele terminar pareciendo una truculenta venganza, además, claro, de un ejemplo claro de parasitismo y apropiación indebida (e inmerecida) del trabajo ajeno.
Dicho lo cual, conviene aclarar que La Tribu Obembe no es, ni por asomo, una de estas asociaciones de malhechores. Es cierto que cantan canciones de otros artistas, pero a partir de ellas crean algo diferente y novedoso. En todos los casos aportan su sello personal, que no es otro que el humor inteligente, para conseguir resultados antagónicos respecto a los originales. Llevan muchos años sobre los escenarios y, tras una temporada en el dique seco, ahora regresan con varios cambios en su formación y el mismo buen hacer de siempre. A pesar del período de inactividad, La Tribu no ha perdido su capacidad de convocatoria y el viernes pasado llenó el Subsuelo.
Ante una sala abarrotada, recibió a sus seguidores a ritmo del We will rock you de Queen, pero con la letra del Bienvenidos, de Miguel Ríos. ¿Les parece una mezcla imposible? Pues la noche no había hecho más que empezar y, tras recordar Embrujada, de Tino Casal, comenzó a sonar el inconfundible riff de Noche de rock’n’roll, de Barricada. La sorpresa llegó cuando entró la voz y entonó los versos de Mi gran noche, de Raphael. Nueva paradoja sonora que, sorprendentemente, ensamblaba con la precisión de un reloj suizo. Isabel Pantoja (Marinero de luces), Álex y Christina (¡Chas! y aparezco a tu lado) y Willie DeVille (Demasiado corazón) se dieron la mano en el mismo repertorio con la naturalidad que imprimía Txori García, showman dadaísta, a medio camino entre Freddie Mercury y Chiquito de la Calzada. Este hechicero, además de cantar bien, presentaba las canciones con pequeños monólogos, arrancando más de una carcajada.
Y es que en LaTribu Obembe no solo son importantes las canciones, sino también la puesta en escena, muy teatral en algunos aspectos (en su caso, Teatro del Absurdo, Ionesco en vena), con cambios de vestuario y atrezzos variados. Rindieron tributo al Rock Radikal Vasco con la siempre incendiaria Eres tú, de Mocedades, y maravillaron a todos al demostrar que la letra de Hoy no me puedo levantar, de Mecano, encaja en la melodía de Sweet child of mine, de Guns and Roses, mejor que la suya propia. En este punto hay que mencionar a la banda: si el discurso general del grupo tiende irremediablemente al cachondeo, en lo musical no se permiten ninguna broma y suenan verdaderamente bien, brillando especialmente en los tramos más rockeros, que son casi todos, porque ahí se llevan a artistas como Los Pecos o Los Chichos.
En cualquier caso, alcanzan sus mejores momentos no cuando cambian el estilo de un tema, sino cuando lo fusionan con otro radicalmente diferente, como sucedió con los anteriormente mencionados o con otros comoIt’s not unusual, de Tom Jones, con la letra de Sufre mamón, de Hombres G, Thunderstrack, de AC DC, con la de Sabor de amor, de Danza Invisible, o Cadillac solitario, de Loquillo y Los Trogloditas, con So lonely, de The Police. La Tribu Obembe canibaliza estilos musicales (rock, pop, pasodoble, copla, tango, ska, bossa nova, heavy metal, reggaeton…), sazonados con mucha inteligencia y toneladas de sentido del humor. La fiesta está garantizada.
Como dice su grito de guerra: ¡Singuí Ngtumi!